¿Diada Nacional sin nación?

En tiempos de ‘fake news’, intoxicaciones y mentiras de repetición (el acto de ‘España Ciudadana’ del pasado sábado ofreció un abundante muestrario de ello), me disculparán que empiece por escribir una obviedad: el Once de Septiembre ha sido siempre una diada conmemorativa o reivindicativa del catalanismo político; de aquellos -partidos, entidades y personas- que consideran a Cataluña una nación, un sujeto político.

Es, pues, con toda la lógica del mundo que, el Once de Septiembre del 1977, entre el más o menos mítico millón de manifestantes del paseo de Gracia barcelonés, no había ninguna representación ni de la UCD de Suárez ni de la Alianza Popular de Fraga. De hecho, los aliancistas catalanes tardaron muchos años en aceptar la festividad y, aún, sólo en su dimensión institucional y protocolaria, no política. Era muy normal: ¿cómo podían participar en la Fiesta Nacional del país los militantes o cuadros de un partido (AP-PP) que consideraba Cataluña una realidad “regional” (últimamente, y con fórceps, “autonómica”)? Hubiera sido una contradicción ‘in terminis’.

Pero de la displicencia y el recelo de los años 80 se transitó después a la hostilidad y al rechazo. No es necesario recuperar los ahorcamientos que dedicó el Once de Septiembre -y todo lo relativo al nacionalismo catalán- un Alejo Vidal-Quadras. Resulta más expresivo recordar que, en agosto de 2004 (sin independentismo a la vista), el entonces líder del PPC, Josep Piqué (¡Piqué!), calificó los rituales de la Diada de “payasada” y “patochada”. Un decenio después, en enero de 2014, Alberto Fernández Díaz protagonizó en el Born un acto destinado a “desmitificar” (léase ridiculizar y menospreciar) la Guerra de Sucesión y, por tanto, su desenlace. Pocos meses antes, el Once de Septiembre de 2013, su partido había organizado una concentración en la plaza del Rey con el propósito de afirmar la “españolidad” de la resistencia catalana de 1714.

En cuanto a Ciudadanos, la historia de su relación con la Diada es más breve, pero aún más nítida. Si el PPC, en el curso de las curvas tácticas que lo caracterizaron, se había reclamado en algún momento parte del “catalanismo”, Cs se situó desde el primer día fuera de este espacio transversal y mal delimitado. Uno de los principios fundacionales del partido naranja es que “los territorios no tienen derechos, sólo los tienen las personas”; Además, desde el 2006 hasta la fecha, ningún miembro de Ciudadanos ha admitido que Cataluña fuera una nación: ni política, ni cultural, ni histórica, ni mediopensionista; en 2011, el todavía modesta formación difundió por la red un juego online llamado ‘Vamos a contar Diadas’, su grosero propósito era hacer burla y escarnio del Once de Septiembre. En fin, hace tiempo que, envalentonados por el crecimiento electoral, los de Rivera y Arrimadas proponen, en suma, abolir la fiesta del Once de Septiembre y sustituirla por Sant Jordi como una fiesta de la Cataluña ‘bien entendida’. En perfecta coherencia con esta línea de pensamiento, las mujeres y los hombres de Ciudadanos no han participado nunca, durante sus doce años de vida política, en ningún acto pluripartidista con motivo del Once de Septiembre.

Todo esto que acabo de resumir son hechos objetivos y datos verificables, que dibujan posiciones absolutamente legítimas en una sociedad democrática. Legítimas, pero incoherentes por completo con la cantinela que los portavoces del PPC y de Cs interpretaron la semana pasada, a propósito de la Diada “excluyente” y “secuestrada” por el independentismo.

A ver: ¿cómo pueden una sigla o una sensibilidad política considerarse excluidos o expulsados ​​de una conmemoración en la que no han participado nunca, o que incluso quieren suprimir? Excepción hecha del PSC -que sí había tomado parte, con entusiasmo o incomodidad variables-, el resto del unionismo, refractario a la condición nacional de Cataluña, ¿cómo se atreve a afirmar que el nacionalismo ahora convertido en soberanista se ha “apropiado “de una fecha que siempre ha sido suya, por mucho que todo el mundo fuera bienvenido?

En el contexto de la ‘langue de bois’ (‘lengua viperina’) españolista que florece últimamente -la misma que reclama “la neutralidad del espacio público” para invisibilizar las reivindicaciones de al menos el 47% de los catalanes-, hemos oído que la Diada “debería ser de todos y representar a todas las sensibilidades”. ¿Y las conmemoraciones oficiales del Doce de Octubre serán de todos y recogerán todas las sensibilidades? ¿La de los monárquicos y la de los republicanos, la de los militares y la de los antimilitaristas, la de los que se sienten españoles y la de los que no se sienten (que suman millones y también pagan impuestos)?

Son muy afortunados los países cuyas fiestas nacionales tienen a su favor un consenso universal, pero no son muchos: ni siquiera el Catorce de Julio francés o el Cuatro de Julio estadounidense consiguen la unanimidad. Menos aún en el caso de las naciones sin Estado propio. El problema de los últimos Onces de Septiembre no es que excluyan: es que demuestran al unionismo la fuerza tenaz del adversario que PPC y Cs querrían hacer desaparecer.

ARA