Demasiado ilusos todavía

Declaro mi sorpresa por la buena acogida que ha recibido en Cataluña la moción presentada por Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy a raíz de la sentencia del caso Gürtel. De un personaje que se conoce, por decirlo suave, su bajo perfil táctico y estratégico, que ha dado apoyo incondicional al 155, que no ha ofrecido la menor salida a las aspiraciones soberanistas de la mayoría de catalanes y que se ha atrevido a ofender gravemente a nuestro presidente, me cuesta mucho imaginar lo que se espera.

Probablemente me falta capacidad para entender la jugada. Sin embargo, no tanto la de Sánchez como la de los que se han añadido casi incondicionalmente a apoyarlo. Para ser más precisos, no entiendo esta vieja tradición de las jugadas políticas que se deciden al margen de cualquier contenido programático. Efectivamente, hay un tipo de política que sigue las reglas de algunos juegos de cartas que dependen de los envites que uno de los jugadores hace con respecto al resto de participantes, cuyo resultado depende tanto del azar como del farol (apostar como si se tuviera un buen juego sin tenerlo), es decir, condicionado tanto a la suerte como la capacidad de engañar.

Sabiendo, pues, que Pedro Sánchez no tiene buenas cartas, ¿es que va de farol? Que el PSOE y Podemos se sientan llamados a apoyarse mutuamente parece lógico viendo la pérdida de peso que les anuncian las encuestas. Pero, ¿qué hacen los partidos soberanistas jugando esta partida en la que no parece que tengan nada que ganar? Alguien me dirá que despachar la corrupción representada por el PP y Mariano Rajoy del gobierno de España ya es mucho y lo justifica todo. Pero, ¿qué habrá que hacer el día que se tengan las sentencias de los casos de corrupción del PSOE en Andalucía? Y, ni aunque esta jugada de ahora diera una victoria provisional y precaria a Sánchez, teniendo en cuenta que la partida no estaría terminada, ¿no sería la antesala de una victoria de Ciudadanos aún mayor en las próximas elecciones? ¿Hay que contribuir a salir del fuego de la corrupción para caer en las brasas de la extrema derecha?

Puestos a jugar, si el soberanismo quiere seguir participando en una partida para la que siempre le son dadas cartas malas, que haga como el PNV y ponga condiciones. Y si puede ser, condiciones más dignas que las de esperar disculpas en lugar de exigir la reparación de daños, o que las ocurrencias de pedir gestualidades ridículas como ir a pedir el apoyo a Estremera. Y, puestos a ser cínicos, las condiciones tanto las podría poner a Sánchez para votarlo, como a Rajoy para mantenerlo, un personaje cuya virtud principal es la de saber resistir y que yo todavía no daría por amortizado. Después de todo, ahora mismo parece más llevadera la debilidad del PP que el riesgo de un futuro gobierno desbocado de Cs. Y, en cualquier caso, sabiendo que el Estado español seguirá adelante con su brutalidad lo gobierne quien lo gobierne, no veo las ventajas de ayudar a acelerar su progresiva derrota.

Mi mejor hipótesis -que el lector lea los paréntesis como mis apostillas a los argumentos aludidos- es que el apoyo de un cierto soberanismo a toda esta comedia de Pedro Sánchez tiene que ver con la esperanza (ilusa ) de la vuelta a un (simulacro de) diálogo. Un diálogo para restaurar el autonomismo (herido de muerte) e imponer una (fraudulenta) normalidad que rehiciera la cohesión social (haciendo volver a su guarida a la bestia de la extrema derecha) y poder volver a la paz (de los cementerios). La peor hipótesis, ni la mencionaré.

En resumen: considero una grave indignidad contribuir a hacer gobiernos en España mientras ni siquiera dejan constituir en Cataluña el que legítimamente nos dieron las urnas.

ARA