De como el CIS y la televisión nos mantienen en España

En la actual guerra mediática por imponer un relato en Cataluña y en España a favor o en contra de la legitimidad de construir una república independiente, la televisión sigue teniendo una responsabilidad determinante. De momento, el relato dominante se ha demostrado eficaz para evitar un ascenso progresivo y mayoritario de la aceptación social de la independencia. Los datos del CIS de la encuesta postelectoral del 21-D corroboran la interpretación del papel crucial del ecosistema televisivo existente en Cataluña. Muestran tanto la centralidad de TV3, así como la ofensiva de todo el resto de canales a favor de las posiciones unionistas. Ahora bien, en los otros frentes informativos -prensa, radio, redes de Internet- la pugna por la influencia aparece más igualada o incluso favorable al independentismo.

El CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) acaba de publicar el avance de resultados de la encuesta postelectoral correspondiente a las elecciones del 21-D, hecha entre diciembre y enero. La noticia destacada sobre todo en medios unionistas ha sido la “caída” de las opciones independentistas: del 44% previo al 21-D al 36,4% de la postelectoral. Y también, como hizo por ejemplo VilaWeb, que TV3 era, con mucho, la cadena preferida por los catalanes a la hora de informarse sobre la campaña política y electoral.

El sesgo progubernamental del CIS se da por supuesto. Por ejemplo, hace toda una batería de preguntas entre dudosas e impertinentes sobre los sentimientos identitarios de los catalanes: ‘¿Usted se considera nacionalista catalán?’ (Pregunta 29); ‘Qué frase expresa mejor sus sentimientos en relación con España’ (pregunta 30); ‘¿Qué fórmula de organización territorial del Estado español prefiere?’ (Pregunta 31); o ‘¿en qué nivel de “sentimiento nacionalista catalán” se situaría, en una escala de 1 a 10?’ (Pregunta 32). En cambio, las cincuenta y nueve preguntas del cuestionario olvidan preguntar a los catalanes, por ejemplo, si quieren la independencia (aunque en la pregunta 11 un 50% afirma que el tema principal de la campaña fue la independencia), si quieren un referéndum pactado de autodeterminación, si es favorable al 155, si considera pertinente la prisión preventiva de los presos políticos, etc. El CIS ignora olímpicamente los hechos de octubre…

A pesar del sesgo, la encuesta postelectoral del CIS ofrece cruces de datos muy productivas a efectos de análisis del comportamiento y preferencias de los catalanes en el uso de los medios de comunicación como fuente de información política y electoral. Unos datos, por otra parte, ya muy consolidados por los Barómetros del CEO (Centro de Estudios de Opinión) de la Generalitat, si bien -¿un efecto más del 155?- su última ‘Encuesta sobre contexto político en Cataluña. 2018’, limita su interés sólo a una pregunta tan banal como esta: ‘¿Se considera usted mucho, bastante, poco o nada informado/a de lo que pasa en política?’. Dos terceras partes afirman que mucho o bastante. ¿Cómo se informan? Ah, se lo tendremos que preguntar al CIS.

 

TV3, la coartada

¿Qué dice sobre cómo los catalanes acceden a la información política? De entrada, aporta unos datos desglosados en frecuencia de uso y en opción política para cada uno de los cuatro frentes: periódicos, televisión, radio e Internet. Simplificando, y a partir de la frecuentación más habitual, consta esta correlación aproximada del acceso a la información política para cada frente: un 80% declara informarse por televisión, un 76%, por internet, un 40% por la prensa y un 33% por la radio. Obviamente, los medios no son excluyentes entre sí.

Como es notorio, la televisión y el Internet son los medios más usuales en Cataluña para el seguimiento de la actualidad política. Centrémonos primero en la televisión: ¿en qué canales prefieren informarse, los electores catalanes? Los datos globales son conocidos: TV3 obtiene el 46,2% de las preferencias y le siguen a mucha distancia La Sexta (18,5), TVE1 (9,2), A3 (8,6), T5 (6,0) y Cuatro (4,3). La suma de las cadenas españolas es equivalente a la del canal catalán: sin discusión posible, TV3 es la televisión valorada como central del ecosistema informativo de la política catalana. Pero, ojo, esta valoración no es privativa de los votantes independentistas, que ciertamente la tienen como canal de referencia. También prefieren TV3 una parte importante (27,5%) de los votantes de los Comunes, algunos segmentos de los votantes unionistas (por ejemplo: Cs, 8,7%) y una parte considerable de los no votantes.

Si TV3 es bien valorada también por una parte del unionismo conlleva dos efectos que pueden tener un punto de perverso. Por un lado, TV3 se constituye como el frente principal a batir para todos los flancos del nacionalismo español: es la campaña antiTV3, virulenta e implacable, que estamos comprobando desde hace meses. Por otro, oculta la estructura real del poder televisivo mancomunado de los canales españoles que el Estado español ha impuesto siempre en Cataluña, vertebrado ahora en torno a tres grupos principales, el público RTVE y los privados Mediaset y Atresmedia Corporación. Con algunas diferencias de matiz -La Sexta, fuente preferida de los votantes de Comunes, PSC-PSOE y de CS- las cadenas españolas han servido con coherencia y contundencia el discurso anticatalán del gobierno español y de las élites de la corte contra el proceso y el movimiento independentista. Sin la intoxicación permanente del discurso unionista español a través de unos canales con una audiencia diaria del 80% en Cataluña, difícilmente un partido como Cs habría alcanzado el 25% del voto del 21-D. Siempre he sostenido la hipótesis de que con la estructuración actual de la televisión en Cataluña -con un solo canal generalista en catalán contra los cinco españoles en español-, sería muy difícil, si no imposible, llegar a una amplia mayoría social por la independencia. El tiempo y la televisión parecen aliarse, como dice el CIS, para rebajar el suflé independentista de Cataluña.

 

Los otros frentes mediáticos, en disputa

El CIS postelectoral abona también algunas otras hipótesis de trabajo de interés. Ya conocemos el gran salto de la radio catalana. Ahora, la encuesta confirma su supremacía también en cuanto a las preferencias de los votantes: RAC1 (32,6%) y Cataluña Radio (28,6) arrasan. De las cadenas españolas, COPE, Onda Cero, RNE o Ser, sólo la última (11,1) obtiene una influencia notable. Por lo tanto, es de presumir que en el frente de la radio, la batalla mediática ha ido ganando posiciones a favor del proceso hasta ostentar una clara hegemonía.

En la prensa, la realidad es más compleja. Los datos del CIS, como los del CEO antes, dejan muy clara una constatación: los catalanes que acuden a los diarios escritos por informarse de política recurren sobre todo al sistema catalán de prensa y, en una pequeña proporción, a los periódicos madrileños. Hablamos de un 90 a 10. Por lo tanto, la influencia directa de la prensa de Madrid, en general tan compacta contra el proceso, es muy escasa entre los electores catalanes. Sin embargo, esta conclusión puede ser precipitada por al menos dos razones: por la influencia de la prensa de Madrid sobre las redes sociales, el gobierno españoles y los canales de televisión españoles, a menudo del mismo grupo; y por la influencia sobre determinados diarios catalanes a través de corresponsalías y articulistas.

En todo caso, la prensa catalana mantiene un ecosistema propio muy autónomo, que no quiere decir uniforme. Dos diarios llevan el grueso de la atención de los lectores: La Vanguardia (32,1%) y El Periódico (21,0). Les siguen el Ara (11,4) y El Punt Avui (7,2). Estos dos diarios son independentistas, como la mayoría de los digitales (con VilaWeb al frente, con un 1,1%). El interés radica en saber qué votantes prefieren informarse en los dos grandes. La Vanguardia consigue votantes prácticamente de todos los colores, pero ganan los de Cs (40,3%) y pierden los del PP (3,2), que optan sobre todo por La Razón (42,3). Los más fieles a El Periódico son los votantes del PSC-PSOE (40,6%), seguidos de los de los Comunes (33,3) y los de Cs (28,3). Este paisaje de la prensa catalana hace ver por qué no hay que acudir a Madrid: la gran disputa está en las páginas de nuestra prensa, en papel y digital.

La batalla de posiciones en la prensa reproduce probablemente la misma disputa de las múltiples aplicaciones de internet. Como documenta la encuesta del CIS, una gran parte de los electores (60%) declaran que se informan en páginas web de medios de comunicación, lo que nos remite a las consideraciones que ya hemos hecho. Una tercera parte admite que se informa a través de las redes sociales y sólo un 19% envió algún mensaje sobre las elecciones. Cómo las actividades de los internautas influyeron en la decisión del voto quedará en zona de sombra hasta que algún equipo académico se ponga a descifrarlo.

En definitiva, los datos de la postelectoral del CIS vienen a confirmar, en mi opinión, la hipótesis que sostengo hace años: que la estructuración de la televisión en España, altamente regulada y controlada, ha sido uno de los principales instrumentos de homologación lingüística y cultural y de españolización discursiva; y que, ahora, en plena progresión del proceso catalán hacia la independencia, sigue siendo la garantía principal de producción y difusión del discurso unionista no sólo en toda España y en Europa, sino sobre todo en Cataluña mismo.

VILAWEB