Crisis del PP y exhumación de Franco: coincidencia simbólica

Parece que coincidirán en el tiempo la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco y su retirada del Valle de los Caídos y la celebración del congreso del PP que debe decidir quién sustituirá a Mariano Rajoy en la presidencia del partido.

La exhumación y retirada de los restos de Franco del Valle de los Caídos tiene un valor simbólico obvio. Ningún gobierno de la democracia española se ha considerado con suficiente fuerza para poder hacerlo. Han tenido que pasar 82 años del comienzo de la Guerra Civil y 43 de la muerte del general Franco para que se haya podido tomar la decisión. Es un claro indicador de lo que ha sido la proyección de la dictadura en la democracia y de la manera como se hizo “la Transición”. El partido de la derecha española que ha sido partido de gobierno de la democracia, el PP, aunque está en desacuerdo con esta decisión, aunque ya no de manera tan virulenta como en el pasado. Pero está en contra. Y los candidatos a suceder a Rajoy lo dejaron claro en sus respuestas a las preguntas de ‘El País’ publicadas el pasado domingo. Ha tenido que ser el tercer presidente de gobierno socialista quien ha tomado la decisión. Todo un indicador de lo que fue “la Transición”.

Y es una decisión que se ha podido tomar por la crisis interna del PP. Mientras el PP ha sido fuerte, aunque no estuviera en el gobierno, la decisión no se podía tomar. El PP ha sido la expresión política del “franquismo sociológico”. En el origen del PP está Manuel Fraga y los conocidos como “los siete magníficos” que constituyeron AP para representar en la futura democracia la base social de apoyo al régimen nacido de la Guerra Civil. La operación de proyectar políticamente este franquismo sociológico no fue fácil. Costó mucho tiempo y Manuel Fraga no la pudo protagonizar. El fracaso en las elecciones del 1977 y 1979 estuvo a punto de hacerle abandonar la política, pero la desaparición de UCD le permitió quedarse con la representación de la mayor parte de la derecha española en las elecciones de 1982. Fracasó, en cambio, como alternativa de gobierno al PSOE tanto en las elecciones de 1982 como en las de 1986, lo que le condujo a renunciar a la presidencia de AP y convocar un congreso extraordinario, en el que fue elegido Hernández Mancha como presidente. El desastre de la ejecutoria de este último hizo que Manuel Fraga recuperara la presidencia de manera transitoria, pero para dar paso a un proceso de refundación de AP como PP y de designación de José María Aznar como presidente del nuevo partido.

Con el PP, primero con José María Aznar y luego con Mariano Rajoy, es como se ha proyectado la herencia de Franco en la democracia española. Ha conseguido hacerlo con una fuerza considerable, rebajando de manera significativa la calidad del sistema democrático. Esta rebaja se ha puesto de manifiesto de múltiples formas, a las que no me puedo referir en el espacio de que dispongo. Pero su forma extrema de manifestación ha sido el enfrentamiento con el nacionalismo catalán, tal como lo ha gestionado el PP, tanto en la oposición -con Mariano Rajoy como presidente del PP ante el proceso de reforma del Estatuto de autonomía de Cataluña entre 2005 y 2010-, como a partir de 2011 como partido de gobierno con Rajoy como presidente. El nacionalismo catalán se debía derrotar. Una vez fuera “cautivo y desarmado”, se podría empezar a hablar. Antes, no.

Esta estrategia franquista ha conseguido hacer un destrozo enorme tanto en Cataluña como en España. Ha debilitado al Partido Socialista de manera notable. Ha hecho desaparecer el nacionalismo autonomista catalán y lo ha convertido en un nacionalismo independentista. Ha hecho emerger un nuevo partido, Ciudadanos, que falta ver en que acaba convirtiéndose. Y ha desgastado la institución monárquica, que se ha convertido en objeto del debate político.

Pero el mayor daño se lo ha hecho a sí mismo. El PP ha dejado de ser un partido de referencia, un partido de gobierno para la sociedad española. La constitución territorial es el problema constituyente más importante con el que debe enfrentarse la sociedad española. Y Cataluña, la integración de Cataluña en el Estado, es el núcleo esencial de esta constitución territorial. Un partido que no sea capaz de hacer frente a este problema de una manera democrática, que haga posible que tanto Cataluña como España se autogobiernen democráticamente, no puede ser partido de gobierno en España. Por eso el PP dejará de ser una referencia para la gobernabilidad del Estado.

La exhumación y traslado de los restos del general Franco del Valle de los Caídos coincidirá con la descomposición del PP como partido político. Un partido franquista no tiene cabida como partido de gobierno en una democracia. La ha podido tener transitoriamente, pero tenía fecha de caducidad. Un partido franquista tiene cabida como partido marginal, pero no como partido de referencia para la gobernabilidad del Estado. El PP lo ha sido durante bastantes años porque la hipoteca del régimen del general Franco era enorme. Esta hipoteca se está consiguiendo saldar. Con muchas dificultades, pero se está consiguiendo saldar. La exhumación y el traslado de los restos de Franco es un indicador. La destrucción del PP como partido de gobierno de la democracia española es el corolario de la liquidación de dicha hipoteca.

Es lo que estamos presenciando este mes de julio de 2018.

ARA