Compromisos mínimos en Bonn

La veinte y tres Conferencia sobre Cambio Climático (COP23) que se ha celebrado en Bonn desde el 6 al 17 de noviembre ha quedado reducida a una “cumbre de transición”. Se han esbozado los reglamentos del acuerdo, dejando los temas más polémicos sobre transparencia, financiación o contabilidad de las emisiones de cada país para la próxima cumbre que se celebrará en la ciudad polaca de Katowice en diciembre de 2018.

La cumbre celebrada en la ciudad alemana de Bonn, que en principio iba a ser una conferencia meramente técnica, ha dejado patente los problemas de fondo que existen para que la lucha contra el cambio climático sea una cuestión absolutamente interiorizada en la práctica como el problema ambiental más importante que aqueja a nuestro planeta.

Uno de los temas principales ha estado en esos 100.000 millones de dólares anuales que reclaman los países en desarrollo y que deben poner sobre la mesa los gobiernos de los estados ricos y el sector privado para la financiación climática, tal como se acordó en el Acuerdo de París. Esos recursos económicos, que son de justicia elemental, permitirían a los países más pobres poner en marcha estrategias de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y planes de adaptación a los efectos negativos del calentamiento terrestre.

Por otra parte, la salida de Estados Unidos ha abierto otra brecha a la financiación, aunque eso no debería ser motivo para que el resto de países más desarrollados pusieran todo de su parte. No hay que olvidar que las cosas van de mal en peor climáticamente, y cada vez se ve como menos posible cumplir con el compromiso establecido en el Acuerdo de París de evitar un aumento de más de 2ºC de aquí a 2100, y todavía menos, lógicamente, al acuerdo deseado al que llegaron las partes de que dicho aumento no superara los 1,5ºC. Actualmente, el calentamiento está ya en un grado más respecto al nivel preindustrial.

Lo poco positivo que ha habido en Bonn, y también a medias, ha sido la alianza liderada por Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, que han firmado una declaración en la que apuestan por el cierre de las centrales de carbón e instan a los inversores a alejarse de esta forma de producir energía. En el escrito se apunta a que los análisis muestran que, para poder cumplir con el Acuerdo de París contra el cambio climático, se necesita terminar con el carbón antes de 2030 en los países miembros de la OCDE y antes de 2050 en el resto. Por el contrario, está la ausencia significativa en la citada alianza de Alemania -país anfitrión de la Cumbre Climática-, China, Polonia y el Estado español.

La postura española no tiene justificación alguna. Hoy en día, la energía procedente del carbón solo supone el 8% de su total en energético. A todo ello habría que añadir, para que el Gobierno español se tomara más en serio la lucha contra el cambio climático -el presidente Rajoy no ha acudido a la Cumbre de Bonn- que la península Ibérica está sufriendo con especial intensidad los efectos del cambio climático. Así, nos encontramos con intensas olas de calor, aumentos de los grandes incendios forestales, creciente adaptación de especies invasoras, sequías caza vez más pertinaces, etcétera.

Por otra parte, nos encontramos que la Ley de Cambio Climático tan prometida al principio de la legislatura por el Gobierno del PP lleva un retraso considerable, y hoy es el día en que sigue sin haber tan ni siquiera un borrador para su discusión en el Congreso de los Diputados.

En lo que respecta a Navarra una delegación del Gobierno de esa comunidad ha participado en la COP23 reafirmando su compromiso contra el cambio climático y presentando los aspectos básicos de la Hoja de Ruta de su estrategia contra el Cambio Climático 2017-2030-2050, con todas las medidas de mitigación y adaptación y las líneas transversales, especialmente concretadas en el sector energético, el primario y los residuos.

Sin duda, es de destacar la importancia que tiene estar presentes en estas citas mundiales para poder demostrar cómo desde lo local, desde un pequeño territorio como lo es Navarra, se pueden realizar avances y proyectos reales de adaptación al cambio climático que pueden ser replicados en otras regiones de Europa. Y mostrar también el compromiso del Gobierno de Navarra con los objetivos del Acuerdo de París.

En ese sentido, está la participación con otras 187 regiones de todo el mundo comprometidas con la lucha contra el cambio climático. La red internacional de gobiernos regionales por el desarrollo sostenible (Under2Mou) es una iniciativa creada en la Cumbre de París de 2015, y en la que las regiones firmantes se comprometieron a reducir un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2050 y a limitar el calentamiento global a menos de 2 grados para finales de este siglo. La red está liderada por el estado de California (EEUU) y por Baden-Württemberg (Alemania), y en ella están representados 1.200 millones de personas de seis continentes.

Es fundamental que desde las instancias administrativas más cercanas a la ciudadanía se actúe. Los ayuntamientos, los gobiernos regionales, organizaciones sociales…, han de trabajar y no esperar, y actuar de una vez por todas. Si no es así, será imposible cumplir con los compromisos del Acuerdo de París.

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