Catalunya coyuntura y perspectiva

La contraofensiva española sobre Catalunya ha terminado por estrellarse en Europa. Suponían los estrategas españoles que esta era baza suya, atendiendo al interés por la estabilidad de los territorios de la Unión que puedan sentir los responsables políticos de los Estados europeos y, desde luego, de los burócratas de Bruselas. Es cierto que el órdago de los soberanistas catalanes representaba una medida extrema que convertía en árbitro forzoso del litigio a la propia Unión europea, obligado a soluciones coherentes con los principios democráticos; no otros que los que reconocen el derecho a la libertad individual y de los Pueblos a decidir su destino, mediante la autodeterminación. El caso escocés ha evidenciado la no existencia de ningún problema para que pueda tener lugar en la misma Europa occidental, lo que ha sido norma en los tiempos actuales, a todo lo largo y ancho de la superficie terrestre; el proceso de nacimiento de un Estado nuevo, mediante el recurso al referéndum democrático, en el que participan voluntariamente los interesados, al margen de obstáculos de parte contraria. En el marco jurídico español no ha sido posible un proceso similar. La cultura política española es hija de la prepotencia. La que acusa a Catalunya de egoísmo y hace blanco de sus ataques a quien discrepa de lo que constituye …Una Nación admirada, -España- de carácter democrático y Estado de derecho ejemplar… en la línea de lo que gusta decir Rajoy; en tanto tertulianos, periodistas y comentaristas políticos en unos casos desprecian y siempre descalifican a quien manifiesta discrepancia. Todo ello en el caso de que no se recurra a la amenaza disfrazada de inamovible legalidad, que retuerce hasta el ridículo el juez encargado por el poder de proceder en contra del discrepante.

De nuevo la contundencia del terror ejemplarizador, tan interiorizado en la cultura política española. Es la estrategia tradicional que dio resultado a España en sus momentos de fuerza, pero que la llevó con frecuencia a cálculos erróneos que abocaron al desastre -América, Cuba, Marruecos-¡España sigue sin aprender! Más cautos y como a le expectativa, Los Estados que dominan el panorama en la Europa decadente -Alemania, Francia primordialmente- temen un proceso que pudiera hacerse extensivo a otros espacios, comunicando por tantas razones la inestabilidad al actual status de la Unión del que el Brexit representa la primera de sus manifestaciones. Era previsible el conflicto que ha hecho acto de presencia en el marco del Imperio español, pero mientras Inglaterra ha tenido capacidad de maniobra, dejando reducidos los dos graves envites de Escocia y Brexit en cuestiones meramente políticas, reconducibles sin traumas en el futuro, en España la simple petición de Catalunya ha evolucionado a una ruptura de hecho entre los catalanes y el Estado español, con una perspectiva que deja escasas posibilidades a una recomposición del anterior status.

Es obligado en cualquier caso encuadrar el problema español en el europeo en general; surgida la crisis más temprana en España, es resultado de las limitaciones tradicionales de las estructuras sociales y económicas de un Estado que ha seguido renqueante los pasos del progreso europeo, hasta que los países de esta parte del Occidente histórico se han encontrado ellos mismos en la cuesta abajo de su declive en marcha acelerada. En el caso de España intervienen otros factores. Es la reproducción de un conflicto histórico de carácter nacional, que ha manifestado su virulencia en otros episodios, muestra de la profundidad del mismo. Su origen se encuentra en la determinación del Imperio español -que en el mundo contemporáneo se pretende Estado-Nación- por asimilar a las naciones históricas a las que no consigue dominar tras varios siglos de dominación. Para una España que en otras épocas acumuló territorios en tantos escenarios de los territorios europeos y americanos, ser despojada de Catalunya y Navarra equivale a su final como proyecto de Nación. El conjunto de territorios y recursos que pudiesen restarle, no permitirían diseñar sino un Estado de capacidad secundaria. Los dirigentes europeos representados por los todavía importantes grupos empresariales de toda índole, que tienen sus valedores en los dirigentes políticos de los grandes Estados, pretenden que continúe el orden vigente en la Unión europea, bajo la dirección alemana y basado en el predominio de los Estados, particularmente los grandes, sobre el territorio respectivo, confiados en la disponibilidad de medios materiales de su capacidad económica y política que les concede su condición de grandes. A la larga se verán afectados por las tensiones disgregadoras que harán también acto de presencia en ellos, cuando las crisis se traduzcan en problemas que comprometan el bienestar y progreso de determinados territorios que en el día se identifican con los Estados vigentes.

Es el problema de Europa, una construcción política que han configurado los poseedores de los recursos financieros y económicos en general, con libertad ellos para obtener beneficios fáciles y las sociedades de los diferentes países dándose la espalda. El colofón las fuertes diferencias económicas entre ricos y menos ricos en los diferentes Estados; aunque esta circunstancia no obstaculice que aparezcan grupos fuertemente privilegiados en los territorios menos fuertes; gentes que obtienen su privilegio por gestionar las decisiones de las grandes corporaciones extranjeras que imponen sus decisiones a las instituciones de Bruselas, exentas de cualquier control democrático.