Carles Puigdemont: “Si algo está ganando en Cataluña es la república”

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, nos recibe en un despacho de Berlín el día de Sant Jordi, tres días antes de que se conozca el último portazo del Tribunal Constitucional a su investidura.

-En 1994 usted escribió un libro titulado Cata … qué? que se reeditó hace un par de años, sobre el poco conocimiento que se tenía en el exterior de Cataluña. ¿Se imaginaba que hoy Cataluña sería tan conocida y que usted sería el principal actor?

No me imaginaba que yo sería protagonista en primera persona de lo que está pasando ahora, y menos que habría este grado de conocimiento. Lo titulé Cata… qué? porque era la traducción al catalán de la reacción que yo me encontraba cuando iba por esos mundos de Dios y me identificaba como catalán: “Cata… what?” El título está superado porque creo que todo el mundo sabe lo que significa Cataluña. Lo que es bastante sorprendente es que yo me haya tenido que ver cómo uno de los protagonistas.

-Es evidente que lo que pasa en Cataluña ha dejado de ser un asunto interno español, pero cree que el Estado ha calculado mal su peso internacional?

España es un país muy importante en el concierto internacional, mucho más de lo que se imagina mucha gente. Otra cosa es que sepa calibrar bien su fuerza. Pero es uno de los países potentes y por eso sus posiciones suelen ser secundadas por el resto de países. Pero es claro que no sabe leer bien la modernidad; su reacción es más propia del siglo XIX que del XXI. Quizás no ha calibrado bien que en las democracias del siglo XXI, por los efectos de la revolución digital y de la información, ha aparecido un actor muy relevante en la relación entre los países: los ciudadanos, la opinión pública, la información que tiene la gente. Esto ya no se resuelve sólo dentro de los despachos, entre cancillerías y embajadores, con intercambio de favores. Hoy día, los ciudadanos tienen conocimiento y quieren saber qué está pasando.

-Cuando el ministro Dastis dice que en la UE los estados están para ayudarse entre sí, no está teniendo una concepción sobre la UE en la que olvida los ciudadanos?

Es una apropiación indebida, porque la UE no es eso. No lo es ahora -otra cosa es que lo termine siendo- y ni mucho menos lo era en sus inicios. Los padres fundadores de este espíritu de la UE se pusieron de acuerdo, justamente después de lo que pasó en Berlín en 1945, con la caída del Reich y los fascismos, excepto en España. Se pusieron de acuerdo para que nunca más volviera a pasar algo así. Se pusieron de acuerdo para crear uniones entre países basadas en la paz, la democracia, la colaboración, y es esto lo que hizo que muchos ciudadanos, y no sólo los estados, por primera vez, se sintieran llamados también a formar parte de este movimiento europeo. Leer Europa con las gafas del siglo XIX, la de los estados nación, obsoletos para dar respuesta a las demandas ciudadanas, es no entender nada. Por eso se equivocan tanto en sus recetas.

-También se está tratando a los ciudadanos catalanes como si no fueran ciudadanos europeos.

Hay un juego de legitimidades entre estos estados y los ciudadanos. Nosotros somos ciudadanos europeos. Por eso, de alguna manera, un ciudadano europeo de cualquier otro país que conozca nuestra situación se siente directamente implicado con lo que nos pasa; los estados no. Si hay una violación de derechos fundamentales en un territorio de la UE que afecta ciudadanos, no importa si estos dos millones de personas son polacos, catalanes, belgas… Hay una comunión, una empatía colectiva para reconocer que si hay un retroceso de derechos en una parte de la UE a los ciudadanos estamos implicados ante ello.

-Hemos podido ver la prensa alemana hablando de la reacción en España de medios y de políticos sobre su extradición. ¿Le sorprende el eco?

Me deja bastante satisfecho ver que hay espacios para la prensa libre en Europa. Que no quiere decir que sea una prensa que nos deba entender ni que nos vaya a ayudar, pero que tampoco tiene el objetivo de perjudicarnos ni malentendernos, que es lo que está pasando en el sistema mediático español, que sufre una situación de pérdida no sólo de credibilidad, sino de sentido profundo que no tiene nada que ver con el periodismo.

-En Europa, sin embargo, ¿es lo mismo la opinión publicada que la opinión pública?

Por lo que estamos viendo, hay mucha influencia aún del cuerpo diplomático, de los medios de comunicación españoles de referencia, una especie de sindicato de intereses que hace que todavía haya espacios de la prensa europea en que esta propaganda a menudo formada con noticias falsas, rotundamente falsas, tome esta carta de credibilidad, de verosimilitud, que acaba conformando una percepción determinada en ciertas capas de la población. Por eso se agrieta con hechos como mi presencia en Alemania, la de Clara Ponsatí en Escocia, la de la gente que hay en Bélgica y Suiza. Esto provoca que el sistema social, comunicativo, académico de cada país se aproxime un poco más y mejor a lo que está pasando. Y en la medida que esta gente va viendo que no perseguimos el castellano en Cataluña, que no nos comemos a los niños que hablan castellano, que allí todo el mundo puede expresar lo que quiera, que lo que pedimos es poder votar de manera acordada, que hemos ganado unas elecciones y que todo ello no coincide con la propaganda que les han fabricado, la primera reacción es ver que los están intentando vender una alternativa que no pueden comprar. Esto genera automáticamente un interés por conocernos mejor. Y ya nos conviene que nos conozcan mejor.

-Le conocen por la calle?

Sí. En Berlín no al nivel de Bélgica, pero no está mal. Me viene a saludar mucha gente, me piden ‘selfis’ , me piden mucho coraje. Tanto alemanes como algún turista europeo, pero sobre todo alemanes. En Berlín hay gente que proviene de muchos lugares pero la empatía es muy grande en la calle.

-Estos últimos días hay un debate entre el ministro Montoro y el juez Llarena sobre la acusación de malversación. ¿Cómo ve la maraña que hay?

En periodismo se dice “que la realidad no te estropee un buen titular”. Esto sería “que la realidad no te estropee una buena imputación”. No ha habido malversación, como no ha habido rebelión. Todo ello tiene poco que ver con la justicia y tiene más que ver con la ficción. No se sostiene. Entonces, ¿por qué llevan adelante las acusaciones? ¿Por qué hay gente en la cárcel? ¿Por qué hay gente perseguida en Europa por malversación si el responsable controlar el dinero público de todos, desde hace años, dice reiteradamente y acredita con papeles que no ha habido malversación de dinero público? ¿Estamos hablando de justicia, realmente? Al juez, ante ello, ¿no le cae la cara de vergüenza? La posición que tiene es insostenible. Está perjudicando a miles de personas. Por un lado, confirma lo que ya sabíamos, que es una causa política, y por el otro, genera mucha pena,

-A estas alturas, ¿piensa que hay posibilidades de que sea extraditado?

Efectivamente, está claro que hay posibilidad. Esto es evidente. En el Estado español, al menos en una parte, van como locos intentándolo. El ministro de Justicia quiere hacer de juez y pide que sea extraditado. Como estamos acostumbrados a que no haya separación de poderes, es normal que un ministro esté haciendo de juez como si él hubiera emitido la orden de detención europea. Está claro que existe la posibilidad, porque técnicamente existe, pero será una decisión que deberán tomar los tribunales alemanes.

-Aparte de su caso procesal circunscrito a los tribunales, el hecho de que haya pasado en Alemania, ¿cree que puede llevar a que haya alguna intervención política en algún momento de este país?

De hecho, motivos para que algún país europeo se preocupara por lo que estaba pasando en España ya estaban antes, y nadie -bueno, alguien sí mostró su preocupación y disposición a hacer mediación- en las instituciones europeas ni en ningún país importante ha dicho: esto se debería resolver hablando, haciendo política, reconociéndose mutuamente, viendo cómo hemos llegado hasta aquí, cuáles son los problemas de fondo, y si nos ponemos de acuerdo con cuáles son los problemas de fondo, aunque que no nos ponemos de acuerdo con las soluciones, habremos ganado mucho. Sí que he escuchado ahora voces más explícitas que nunca de eurodiputados, de diputados de otros países, de portavoces de otros países, de ministros que están apelando a una mediación, a una negociación. Yo creo que ahora se siente más fuerte que nunca; ojalá sea así.

-Dijo que había habido algún intento de mediación, ¿puede concretar?

Alguno fue público, como el de Suiza. No es el único caso de gente que formalmente se puso a disposición en caso de que, obviamente, el Estado español aceptara. No había sólo un país. Al menos, que sepamos directamente, eran tres. Seguramente, si el Estado español hubiera aceptado un espacio de mediación otros países también se habrían apuntado.

-¿Todos eran europeos?

Sí, todos eran europeos, pero no todos de la Unión Europea.

-¿Ve hoy alguna instancia europea con poder para hacerlo?

No es un tema de poder, porque lo tienen, sino un tema de voluntad. Hay un problema serio que es el monopolio que tiene el Partido Popular Europeo. Europa está en sus manos, y el Partido Popular Europeo está liderando una regresión de derechos muy preocupante en todo el conjunto de Europa. Estamos viendo qué ha pasado en el caso de los refugiados, el ataque contra las ONG que intentan salvar vidas, que en estos momentos han pasado a ser acusadas de tráfico de seres humanos para países de la Unión Europea, ¡cuando lo que están haciendo es salvar vidas! No es, por tanto, un tema de poder, sino de voluntad. Y la voluntad de las instituciones europeas con Cataluña tristemente es la de no intervenir en un asunto que como mínimo afecta a más de dos millones de ciudadanos europeos.

-¿Supongo que es consciente de que al final puede que acabe con los estados defendiéndose entre sí?

Este es el riesgo que entiendo más lógico. Cuando yo he pedido una mediación, una intervención internacional, no era para que nos apoyaran a nosotros. Aceptamos incluso que puedan apoyar la posición española. Yo pedía algo previo como son los valores de la democracia. Hoy hay más de dos millones de ciudadanos europeos que están acusados ​​de ser criminales por defender unas ideas que son perfectamente democráticas y sobre esto sí que los estados que incluso pueden estar apoyando la posición de España, cosa muy legítima, habrían tenido que levantar el dedo y decir: así no, aquí eso no se hace, violar derechos fundamentales, meter gente en la cárcel por razones políticas en nuestra casa no se hace.

-Lleva ya unas semanas en el exilio berlinés. ¿Cómo vive el día a día? ¿Qué es lo que se le hace más complicado?

En estos seis meses, lo más complicado, obviamente, es la relación con la familia, especialmente con mis hijas. Esta es la parte insoluble, esto no se puede superar nunca. Días como Sant Jordi, la misma Semana Santa, que no pude estar con ellas, esto es muy difícil. La segunda cosa es ver a la gente en Cataluña y no poder hacer nada. Hay mucha gente que está sufriendo, desde los familiares directos de los presos hasta mucha gente que vive angustiada, con miedo, por esta represión desaforada que ha desatado el Estado español. No poder intervenir directamente, no poder estar allí con la gente… eso a mí también me es difícil. ¿En cuanto a la vida cotidiana? Pues tengo una capacidad de adaptación al medio bastante grande.

-¿Y el papel de los amigos y el de la gente anónima que colabora en las cajas de resistencia?

Esto es maravilloso, es emocionante. Desde las cartas de niños pequeños que dibujan su idea de libertad, su idea de la ilusión y del futuro, hasta la gente que hace aportaciones, algunas intencionadamente anónimas e importantes. Las horas que la gente está dando de sus vacaciones y de sus días de descanso… gente de los Mossos que destinan los días de vacaciones a venir a velar por mi seguridad, en unas condiciones difíciles… Esto es emocionante, ¡es un orgullo de pueblo, también! Debemos hacer un verdadero homenaje a la gente anónima, que se juega el trabajo, que se está buscando problemas de algunos de estos colaboracionistas que para agradar a los del 155 buscan bajo las piedras cualquier argumento para complicar la vida a esta buena gente. A toda esta gente les tenemos que hacer un reconocimiento nacional cuando todo esto termine, y termine bien.

-¿Define “terminar bien”?

Acabar bien significa que los catalanes tendremos que ser el resultado de lo que queramos. Esta frase no es muy diferente de la que pronunció en 1991 el entonces príncipe de Girona cuando vino, digamos, a tomar posesión de su título. Dijo una frase casi idéntica a esta. Pues eso es lo que toda comunidad nacional normal aspira, y aquí se encuentra tanto aquel que quiere la independencia como quien está en contra. Creo que no es exagerado pedir que éste sea el punto de encuentro de todos los catalanes y catalanas. Estamos de acuerdo en que Cataluña debe ser lo que quieren los catalanes, ¿sí o no?

-El entonces príncipe y ahora rey ha cambiado bastante su punto de vista. ¿Cuando dijo que Cataluña sería el que los catalanes quisieran lo dijo porque no pensaba que nunca pudieran decidir no continuar en el Estado español?

Probablemente. O probablemente es que en ese momento la institución de la corona, que va más allá de las personas, tenía una percepción de lo que podía ser el llamado reino de España en un potencial que no excluía nada. Tampoco excluía la confederación; no sé en aquellos momentos qué influencias debían recibir el rey y el príncipe, debían de ser muy diferentes de las que recibe directamente de su entorno, que parece dominado por un radicalismo más de derechas y ultracatólico que liberal y europeo.

-¿Se esperaba el papel de la corona?

Estoy muy decepcionado, porque a pesar de no ser monárquico siempre había tenido, sobre todo como cargo institucional, como alcalde y presidente, un respeto escrupuloso a la figura del rey y en la figura de la monarquía. ¿Por qué? Porque para mí la forma del Estado, sea una monarquía o una república, no es un tema tan importante si la figura del jefe de estado entiende cuál es la función del jefe de estado, que es estar absolutamente al margen del juego político y que su obligación es ser el jefe de estado de todos, sin exclusión. Desde este punto de vista, yo siempre había confiado en que como las monarquías europeas que sí están arraigadas a su sociedad, en un momento de crisis constitucional como el que nos encontramos pudiera intervenir para ayudar al diálogo político. Y por eso creo que era bueno que se mantuviera un poco al margen. Esto se rompió definitivamente el día 3 de octubre. Abdicó en público, fue la abdicación en directo más clara del siglo. Un rey abdicando ante sus súbditos: miren ustedes, no quiero ser su rey, me dedicaré a ser el rey de los demás. Hombre, debe ser muy poco inteligente, fue decepcionante porque se borró como solución. Allí perdió Cataluña, nunca esta monarquía podrá ser recibida como la monarquía de los catalanes.

-Según las encuestas, en Cataluña, los contrarios a la monarquía superan a los independentistas.

Si algo está ganando en Cataluña es la república. En la anterior etapa, yo decía que íbamos de la postautonomia la preindependència. Ahora podemos decir que vamos de la postindependencia la prerrepública. En este viaje a la república es evidente que hay mucha gente concernida. La encuesta del CEO es muy importante, porque todo el mundo la usa para decir que el apoyo a la independencia baja, pero olvidan que esta encuesta da dos datos mucho más demoledoras. Uno, que el 60% de los encuestados, entre ellos estos que dicen que no quieren la independencia, califican con un cero, en una escala del cero al diez, la monarquía española. Es mucha gente dando la peor nota al rey. El otro dato es que son una minoría los que votarían la Constitución española.

-Cuando estaba en Bruselas mantenía un contacto habitual con los consejeros exiliados. ¿Se mantiene un despacho habitual con todos?

Sí, aparte evidentemente de utilizar las redes sociales privadas para mantener el contacto, mantenemos todavía bastante intactos los martes para podernos reunir, vernos aunque sea por videoconferencia.

-¿Y con los políticos que están en la cárcel hay alguna línea de comunicación?

He enviado cartas a todos. Con quien tengo más comunicación, lógicamente, es con Jordi Sánchez y con los consejeros de mi grupo parlamentario, pero a través de los abogados en este momento hay una muy buena coordinación entre todos, estamos bastante al día de lo que hay. Tengo un trato muy fluido.

-Detectar el ánimo a través de cartas o de intermediarios es difícil, ¿pero qué percepción tiene?

Algunos textos que nos estamos intercambiando son sobre la situación política, estamos trabajando en ello. Es verdad que hay momentos para llorar, hay momentos de pena, pero no vamos paseando la melancolía, sabemos perfectamente por qué estamos en la cárcel, en el exilio, por qué estamos perseguidos. Lo sabemos perfectamente. Y hemos de continuar, por tanto, defendiéndonos en este terreno. Nosotros no estamos en la cárcel o no somos perseguidos porque nos lamemos Jordi Sánchez, Oriol Junqueras o Carles Puigdemont, somos perseguidos por lo que representamos. Y es eso que representamos lo que quieren encarcelar, lo que quieren perseguir, por tanto nuestro deber, y esa es nuestra labor, es mantener la primera línea de defensa de derechos colectivos. Va sobre ello, pero obviamente está claro que nos interesamos por la situación personal de cada uno y hay algunos comentarios en este sentido.

-Nos encontramos en plena negociación de los grupos parlamentarios de cara a la investidura del presidente y la formación del gobierno y continúa el proceso de interferencia del poder judicial. ¿Cuál es la manera más idónea y más fiel de respetar el 1-O y el 21-D?

Esto tiene que ver y no tiene que ver con personas. No tiene que ver con personas en el sentido de que evidentemente nadie es imprescindible. Pero tiene que ver con personas desde el momento en que la soberanía de los grupos parlamentarios es quien debe decidir quién es el presidente. Este es el primer envite que tenemos que resolver. De momento, el Estado español, por medio en este caso de la justicia penal, sin ninguna sentencia e incluso violando las exigencias del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ha impedido que el Parlamento de Cataluña escogiera alguno de sus 135 diputados. ¡De momento a tres!, ¡a tres! Lo que no puede ser es que vayamos haciendo un ‘hearing’ hasta que haya uno que guste al señor Llarena. Porque el señor Llarena no es diputado y nadie le ha pedido ni le ha dado permiso para intervenir en asuntos del legislativo. Por lo tanto, este es el primer elemento de resolución. Nosotros tenemos que decidir, y lo tenemos que hacer con toda la soberanía, investir presidente.

-¿Y el segundo elemento de resolución?

La fidelidad al 21 de diciembre depende de la fidelidad al programa. ¿Para hacer qué? Por un lado, tendremos que dedicar muchos esfuerzos a una especie de plan de reversión del 155, un pequeño plan Marshall de reversión del 155 para ponernos al día. Ha hecho mucho daño, han querido hacer daño, no a los independentistas, a todos, a siete millones y medio de catalanes, por lo tanto el gobierno de la Generalitat es el que tendrá que poner al día las cosas. Por el otro, se deberán continuar desplegando todas las políticas que hacen de Cataluña un territorio donde valga la pena vivir, donde valga la pena invertir, tendrá que haber una coordinación íntima con el espacio libre de Bruselas, o de Europa, a través del cual debemos poner en marcha proyectos y procesos, que vayan desde el proceso participativo hasta proyectos de participación ciudadana en la mejora de nuestra democracia, que es el plan República.

-¿Cree que haciendo gobierno caerá el 155?

Tengo clarísimo que el 155 se quedará, aunque lo levanten formalmente para decir que han cumplido y conseguir que los aprueben el presupuesto del Estado. Entre otras cosas porque el 155 ya vino antes de ser aprobado. La intervención de Montoro es un 155. Es una intervención política del autogobierno. ¿Alguna intervención mayor que la económica?

-Entonces, ¿qué habrá aparte de gobierno?

Con gobierno tendremos un espacio. Sabemos que no es el ideal. El frente autonómico es un frente muy disminuido. Aunque tengamos derecho a volver a abrir delegaciones en el exterior, por ejemplo, seguro que tendremos dificultades para abrirlas. Es evidente que es un terreno de juego que se ha empequeñecido. Pero de toda la vida el catalanismo ha utilizado cualquier espacio para continuar haciendo país, sirviendo a los ciudadanos. Con esto no hacemos lo suficiente, evidentemente. No tenemos suficiente para ayudar a la gente que el próximo invierno volverá a tener problemas de pobreza energética, no hacemos lo suficiente para ayudar a la gente sin hogar… todo lo que nos han tumbado tendremos dificultades para llevarlo a cabo, pero no renunciaremos a ello, porque no tenemos derecho a renunciar.

-Ya no hablamos de lo que ha tumbado el Estado los dos últimos años. ¿Cree que en España Cataluña puede volver a una situación normal?

El Estado español ha demostrado que no. Que es incapaz, incluso, de competir con la idea de la independencia oponiéndose a lo que David Cameron opuso a la demanda de independencia de Escocia. Escuchen, tienen derecho a votar la independencia, pero yo les aseguro que será mejor negocio para ustedes si se quedan, porque este es el contrato que yo les ofrezco. Esto el Estado español lo habría podido hacer. Ante la independencia, el Estado tenía dos opciones: esto que está haciendo ahora, que es meter a gente en la cárcel; o jugar el partido: asegurar una situación potencialmente mejor que la de la independencia. Pero para hacer esto hay que reconocer que hay un problema.

-¿El bloque del 155 es homogéneo porque no hay un proyecto alternativo de España para Cataluña? Porque no tienen ningún proyecto alternativo, por ejemplo, desde la izquierda?

Esto es de las cosas más graves que han pasado en la política española. El 155, que es la negación, une. Yo les pregunté expresamente, al presidente Rajoy y a otros líderes políticos: ¿hay un proyecto español para Cataluña? ¿España tiene un proyecto para Cataluña? Si el proyecto es el 155, que es el único proyecto que han puesto sobre la mesa, lo único en que se han puesto de acuerdo, y que es un proyecto de negación, de intervención, y con muchas sombras constitucionales, y en cambio no se han podido poner de acuerdo nunca en un proyecto de propuesta española para Cataluña, entonces es que España no tiene ningún proyecto para Cataluña. Pero hay algo peor: España tampoco tiene un proyecto para sí misma. Vive al día. Lo cual es una tragedia para la sociedad española. Porque España es un gran país, es un país con una potencialidad extraordinaria en muchos ámbitos. Esta ausencia de debate sobre qué debe ser España en el futuro explica también que no haya ningún proyecto español para Cataluña. Deben dar por seguro que España es una realidad inmutable. Y los estados tienen que luchar por lo que quieren ser, por ser sólidos.

-Con la aplicación del 155 hay diputados del PP que dicen que han demostrado que saben gobernar Cataluña.

Primera, es una concepción muy antidemocrática presumir de gobernar un país con cuatro diputados. Esto debería ser un escándalo. En segundo lugar, la realidad los desmiente: en estos seis meses, Cataluña ha retrocedido, en términos de percepción ciudadana hay más miedo en la calle, es un desbarajuste. No saben gobernar. No han hecho nada y eso que tienen la oportunidad con medios haciéndoles la ola, sin tener que ir al Parlamento a someterse a ninguna sesión de control, con todo el aparato del Estado detrás. Es un auténtico desastre. El señor Millo es una verdadera inutilidad como virrey y como gobernador general de Cataluña. Probablemente, tal vez no ha sido tanto por incompetencia como por mala fe, porque en el fondo está esa actitud de querer castigar  a todo un pueblo porque ha votado mal. Entonces, hace algo que es además terriblemente injusto, que es perjudicar a los siete millones y medio de catalanes. Ahora perjudicará sus políticas sociales, sus políticas culturales, sus inversiones, su sistema de financiación. Que esta sed de venganza contra el independentismo acabe perjudicando el conjunto de los siete millones y medio de catalanes es muy poco inteligente.

-El perjuicio podría haber sido peor si cuando ustedes fueron destituidos hubieran dado órdenes a secretarios y directores generales que también lo dejaran. ¿Por qué no lo hicieron?

Creo que era bastante responsabilidad. Siempre nos hemos querido responsabilizar de la comunidad de personas. No quisimos jugar la carta, fuimos muy responsables.

-¿No quisieron jugar la carta del caos?

Sabíamos que enfrente había un gobierno que nos quería castigar a todos como pueblo, que quería generar un caos, que quería generar confrontación violenta, incluso. Y decidimos que teníamos que tomar las medidas adecuadas para mantener lo que es nuestra reivindicación y a la vez intentar que las cosas no se salieran de madre. Nos tocó a nosotros la responsabilidad, porque veíamos que en el otro lado no había ningún interés en ejercerla. Habían enloquecido. Y ellos sí que pensaban que “cuanto peor, mejor“. Nos tocó ser muy responsables, no siempre acertamos. Nos tocó hacer un ejercicio de responsabilidad, porque vimos que al otro lado de manera muy irresponsable no lo pensaban hacer.

-¿Cree que no se reconoce suficientemente esta segunda línea que se ha quedado aguantando como puede el embate del 155?

En general la gente ha hecho su papel con una dignidad muy grande. Han salvado y siguen salvando muchas cosas. Toda la gente que se está coordinando internamente desde hace tiempo para asegurar que no haya el mínimo efecto sobre las personas. Esta gente que actúa en silencio, a menudo vigilada, a menudo amenazada, a veces por otros compañeros, esta gente merece un homenaje. Todos estos funcionarios que desde el primer día se están conjurando a continuar prestando un buen servicio -con algunos de ellos he tenido la oportunidad de hablar-, forman parte de las personas a quien tendremos que hacer un reconocimiento nacional. Porque nos han ayudado a salvar muchas cosas.

-Hablamos también de la manera de mantener el pulso de la República desde el exterior. Cuéntenos cómo funcionará el Consejo de la República

Lo haré de manera muy genérica, porque mi deber es explicarlo a partir de cuando hagamos la presentación en público. No puede ser la réplica de los dos partidos que nos hemos puesto de acuerdo en gobernar. Tiene que haber participación también de la sociedad civil, de otros espacios políticos del independentismo. Yo creo que también hay que estar, de manera muy clara, el mundo local. Un espacio donde se impulsen una serie de líneas de actuación, un plan de gobierno que se pueda ir contando en esta asamblea y que pueda ir trabajando. Hemos identificado una docena de ámbitos de trabajo, que expondremos para su deliberación en la asamblea, entre los cuales uno de los importantes es la forma en que entendemos que debe haber la participación democrática de la ciudadanía en este proceso. Tiene muchos frentes. Tiene frentes obviamente de defensa jurídica de cada uno de nosotros, de defensa jurídica de los derechos que tiene Cataluña como pueblo, de autodeterminación. Y tiene espacios puramente de ‘think thank’, de grupo de presión, de acción pública, de coordinación de proceso constituyente.

-¿De cuánta gente estamos hablando?

Sé que ha habido alguien que proponía que hubiera un número fijo de integrantes. No importa ser doce, como quince como siete. Esto no está cerrado. Lo que creo que debe prevalecer es el buen funcionamiento. Que haya un funcionamiento plural, el máximo de equitativo, bien equilibrado. Insisto, el peso del espacio de representación parlamentaria. El peso del mundo local. Que el espacio de la sociedad civil organizada sea un elemento imprescindible. No en la génesis de este proceso, sino en el gobierno de la República.

-Si el entrevistara Josep Pla, ahora le preguntaría: ¿y todo esto quién lo paga?

Pues exactamente como el señor Pla sabía que se pagan las cosas en Cataluña, porque él no habría podido publicar las obras completas si no hubiera sido por la generosidad de la sociedad civil catalana. Podemos estar orgullosos de la respuesta que está teniendo la gente. En esta nueva etapa, se deben abrir las posibilidades y hay que innovar en lo que es la participación financiera privada o civil; porque con el presupuesto público, no se podrá contar. Esto no es nuevo en Cataluña, lo hemos hecho toda la vida. De hecho, el período en que hemos podido disponer de presupuesto público es pequeño en los últimos trescientos años. Las grandes cosas que hemos hecho hemos aprendido a hacerlas así y debemos seguir haciendolas. Nos tocará innovar mucho. Hay líneas de innovación que no son nuestras, pero que caracterizan el siglo XXI de la tecnología, de la transparencia,

-Haya o no gobierno, ¿cree que puede haber una ventana de oportunidad para que el Estado deje de estar atrincherado en la vía penal y vuelva a la política?

La esperanza no la debemos perder nunca, pero la tradición política en el Estado español nos hace ser pesimistas. Ahora bien, es verdad que ahora estamos jugando en otra dimensión. Los focos internacionales tienen más potencia que nunca. Hay muchos gobiernos en Europa preocupados por lo que está pasando. Lo digan o no en público, es un hecho, y creo que se dan cuenta que la receta Rajoy no ha funcionado, que el 155 no ha funcionado, que cesar a todo el gobierno no ha funcionado, que años y años sin diálogo no han funcionado y que, sobre todo, haber castrado la voluntad del pueblo de Cataluña, que se expresó en un referéndum constitucional en 2006, fue un gravísimo error.

-¿No puede ser que haya una situación de enquistamiento durante años?

Puede que esta sea la tentación que tenga el Estado español para ver si consigue lo que hasta ahora no ha conseguido, que es la desmovilización. Lo tienen difícil, porque esta vez eso no lo podrán resolver a la manera española. Ellos confiaban, y aquí es donde se equivocaron, que esto lo resolverían a la española; es decir, Europa no mires, que ya lo arreglaremos nosotros. Estar en el exilio y poner el foco sobre lo que está pasando hace que esto ya no se pueda resolver a la española. Les guste o no, finalmente habrá un pronunciamiento de la justicia europea. Quieran o no, el enquistamiento no se puede producir, porque habrá sentencias, decisiones que serán vinculantes. Habrá un momento -se ve en los últimos sondeos- que incluso habrá gente en España que estará diciendo eso no quiero que se haga en mi nombre. Ciudadanos españoles que están en contra de la independencia, pero que dicen “no nos haga hacer el ridículo requisando bufandas de color amarillo en un campo de fútbol, ​​por favor”. Por lo tanto, los partidarios que querrán que esto acabe resolviendo en un referéndum irán en aumento y la presión que recibirá el Estado en varios frentes crecerá en contra de que el problema se vaya pudriendo, una manera de hacer muy Rajoy.

-La internacionalización tiene un efecto colateral con Manuel Valls…

Hace mucha gracia. Justamente cuando Manuel Valls era primer ministro decía que el proceso catalán era un asunto interno. Más allá de esto y de respetar que todo el mundo haga lo que quiera, es muy descriptivo qué respeto tiene este grupo de derecha radical que es Ciudadanos. No le importa el proyecto que tiene el señor Valls para Barcelona. Le importa que sea antiindependentista y utilizar Barcelona como plataforma para luchar contra la independencia, no para mejorar la vida de los ciudadanos de Barcelona.

-Volvamos a su situación personal. Seguramente ha leído muchos libros de memorias de personas que han estado en el exilio. ¿Se siente identificado con ellos?

Son situaciones diferentes, porque yo afortunadamente cada noche puedo hacer conexiones con mis hijas, hablar con gente para videoconferencia, tener reuniones con el grupo parlamentario. No tiene nada que ver con la descripción de los exilios nostálgicos por los que tanta y tanta gente que ha tenido que pasar. No son situaciones comparables a pesar de que hay sentimientos que son similares.

-No le inquieta que su situación se pueda llegar a eternizar como les pasó a Irla oa Tarradellas, un exilio largo que terminó provocando un cierto desligamiento con el interior?

Sí y no. Sí me preocupa que se alargue. Hay que ser realistas. El mejor de los casos, a corto plazo, es que esto se alargue. Lo peor es que yo sea extraditado. Y el mejor de los mejores es que podamos volver todos a hacer política, que es lo que la gente nos ha encargado. En cambio, no preveo el riesgo de la desconexión porque sería bastante contradictorio con mundo en que vivimos. La desconexión no pasará. Cada día hago videoconferencias, intercambio ficheros, todo en tiempo real. Si Tarradellas hubiera tenido esta posibilidad habríamos conocido mejor a Tarradellas antes y él no habría tenido este sentimiento de desconexión.

-¿Cómo se ve dentro de un año?

Hay demasiados elementos inciertos por el camino que me impiden tener una visión, incluso una intuición. Cómo me gustaría, sí: me gustaría estar en casa, con la familia, dedicándome a otras cosas, viendo cómo se normaliza el país, cómo se lleva adelante la República y cómo podemos vivir sin miedo. La aspiración de vivir sin miedo, que la gente viva como quiera, si uno que hace letras de rap quiere reírse o quiere ofenderme a mí, que lo pueda hacer; si un señor quiere ir con la bandera de Tabàrnia, que lo haga; que si uno quiere vestir de amarillo, que lo haga. Me gustaría que dentro de un año todo el mundo pudiera vivir en libertad y sin miedo, pero no sé si pasará. Creo que hay una posibilidad, también, dentro de una plena normalización democrática española, que podamos recuperar nuestras vidas allí donde las queríamos tener.

-¿Hacer una proyección de una década es más fácil o más complicado?

En general, tal vez es más fácil, porque el deseo de los catalanes de formar parte de una república de ciudadanos y no de súbditos es creciente, sobre todo entre las nuevas generaciones. Y esto es imparable. Una posición como la actual, el Estado español no podrá aguantar diez años. Sin dialogar no puede haber democracia, y la gente quiere vivir en democracia, incluso aquellos que no quieren una Cataluña independiente.

-En septiembre publicará un libro en Bélgica. ¿Qué nos puede adelantar?

No es un libro para explicar qué pasó en todos aquellos días, horas, meses y semanas, ni es un libro de memorias, ni es un libro de historia, ni es un libro para explicarse o justificarse. Quiero explicar a los europeos esta llamada revolución catalana como una oportunidad para Europa. ¿Una oportunidad en qué sentido? Democrática. Es un proyecto, el de la República Catalana, que se hace con una militancia de no-violencia muy muy activa, muy evidente, que está empoderando a la gente, con herramientas de participación nuevas, de manera impecablemente democrática. Y que tiene una vocación claramente europea. Intentaré explicar, en el marco de la crisis europea, por qué hay una crisis europea, qué puede representar la crisis catalana como oportunidad.

-¿Está escribiendo un dietario?

Estoy haciendo el dietario, no es que haya entradas cada día, pero sí, lo estoy haciendo.

-Hay algún miembro de su gobierno que ya ha publicado las memorias.

Unas memorias antes de tiempo no son memorias, son justificaciones. Publicar las memorias de unos hechos que aún no han acabado es un poco prematuro, pero que cada uno haga lo que quiera.

-La entrevista que estamos a punto de concluir es la primera del nuevo semanario ‘La República’. ¿Qué le parece una publicación que lleva este nombre?

Claramente es una cabecera de vanguardia. Esto sí que es la vanguardia catalana, y no ‘La Vanguardia’ española. ‘La República’ es una cabecera que dice muchas cosas. No es la primera cabecera que se llama así, hay otros países que tienen. Hay toda una generación de republicanos en Cataluña que necesitará un espacio comunicacional que responda y que respete sobre todo estos derechos. ¿Qué significa para mí ‘República’, la cabecera? Depende del país. Si veo una cabecera que se llama ‘República’ da entrada a pensar que aquí hay una serie de valores democráticos, críticos que serán respetados. Que se huirá del sectarismo, que habrá una línea editorial reconocible, clara, democrática, y que se podrá informar siempre desde el punto de vista crítico que caracteriza el espíritu republicano.

http://www.lrp.cat/entrevistes/article/1382220-carles-puigdemont.html