Allen Buchanan: ‘Si el Estado no quiere negociar más autonomía, la independencia unilateral es una causa justa’

Entrevista a uno de los principales teóricos de los procesos de independencia

Allen Buchanan, catedrático de la Universidad de Duke (EEUU), es uno de los teóricos sobre los procesos de secesión más reconocidos internacionalmente y autor del libro ‘Secession’ (1991). Estos días está en Cataluña dando clases en la cátedra Ferrater Mora de la Universidad de Girona. Además, pronuncia una conferencia titulada ‘El caso de Cataluña. Cómo no se debe gestionar nunca una crisis de autodeterminación’ -el martes en el Auditorio la Mercè de Girona y hoy en el Ateneu Barcelonés-. VilaWeb le ha entrevistado en Girona. Buchanan propone a los catalanes que hagan dos referéndums de independencia más antes de decidir. Cree que con el del primero de octubre no hubo suficiente. A la vez reconoce a los catalanes que pueden tener el derecho de independencia unilateral, sin permiso del Estado español, y en esta entrevista explica por qué cree que Madrid no lo ve como un aliado. Justamente él, uno de los hombres que pone más restricciones a la independencia.

 

– ¿Qué dirá hoy en la conferencia?

– Diré que la independencia unilateral es muy problemática y que a menudo trae consecuencias negativas. Y no intencionadas. Porque los independentistas suelen sobrevalorar los beneficios e infravalorar sus los costes. Dicho esto, creo que hay casos en que la gente tiene el derecho unilateral de independencia. El derecho de ser independiente sin el consentimiento del Estado está ahí.

 

– Son conocidos los cuatro casos en los que cree que este derecho existe. Empecemos por la anexión de un territorio. ¿Los catalanes entramos dentro de este caso?

– Una anexión injusta reciente te da el derecho de independizarte unilateralmente. Y digo reciente. Porque al final cada Estado ha sido creado así. En el caso catalán creo que ya ha pasado demasiado tiempo. Tres siglos desde 1714. No creo que se pueda considerar esta situación, en su caso.

 

– Segundo caso: violaciones serias de los derechos humanos.

– Tampoco creo que sea un argumento válido en el caso catalán.

 

– Tercero: una redistribución injusta en el Estado. ¿Se aplica en el caso catalán?

– No lo sé, de verdad.

 

– Un dato para ayudar. Los catalanes pagan más. Son ricos. Los valencianos pagan más y son pobres. La razón es que ambos somos una cultura diferente. Hablamos catalán. Y por eso pagamos más. Por diferentes. No por ricos.

– Caramba. Esto es muy importante. Hay dos hechos que justificarían la independencia unilateral en el caso de la redistribución. Uno es si hay discriminación. Y si es verdad eso que dice, que no lo sé, el sistema español discrimina. Una región más pobre que las otras, ¿y pagando más? No hay justificación posible. A mí me preocupa la gente que niega que los ricos tengan que pagar más. Pero si puede demostrar que actualmente hay mala redistribución, el gobierno central pierde mucha legitimidad. Que el sistema fiscal funcione de tal manera que las autoridades regionales no reciban recursos suficientes para cumplir con sus obligaciones (abrir escuelas, hospitales, etc.) puede convertirse en una razón para la independencia unilateral, también. No son derechos humanos violados. Pero es una injusticia.

 

– Y cuarta y última razón. Rechazo del Estado a negociar autonomía. Dice que el rechazo del Estado a negociar autonomía de buena fe da el derecho de independencia unilateral.

– Creo que la mejor razón para justificar una declaración unilateral de independencia es, en su caso, efectivamente ver si el Gobierno no está dispuesto a negociar de buena fe más autonomía. El nuevo presidente español dijo que lo consideraría. Para mí una condición razonable antes de comenzar a negociar sería la liberación de los presos, y que se anulen las acusaciones contra los exiliados. Cuando eso ocurra y se pueda negociar más autonomía creo que muchos catalanes estarán bastante felices con más autonomía. No todos. Ahora existe la duda si el gobierno, o los tribunales españoles, revocaran el acuerdo autonómico. Como ocurrió en 2006 en el Tribunal Constitucional.

 

– Veo que la autonomía es su opción.

– Creo que más autonomía, y no independencia, es la mejor solución para todos. Pero es muy difícil de llegar porque, por un lado, la región teme que el Estado revoque el acuerdo cuando quiera. Y, por otra, el Estado teme que dar autonomía es sólo un primer paso hacia la independencia. En fin, podría ser que, después del primero de octubre, y dada la historia del Tribunal Constitucional, en Cataluña no haya mucha gente dispuesta a volver a intentar eso de la autonomía. Pero yo soy de los que creen que la independencia unilateral debe ser la última opción. Y la pregunta es, ¿estamos en la última opción? Ayer noche lo dije: si hay esperanza para obtener más autonomía, la negociación debe ser mediante un tercer actor. La UE sería una opción, pero no sé si está dispuesta. Quizás debería ser un comité ‘ad hoc’ de gente muy respetable, diplomáticos, y figuras importantes. Ahora, quizás es incluso demasiado tarde, por eso.

 

– ¿Qué errores han cometido los independentistas?

– Es un error creer que con una sola votación, un solo referéndum, basta para hacer un cambio constitucional tan grande. Pensamos que la independencia no afectaría sólo a España y su territorio. Cambiaría la condición de todos los que viven dentro de Cataluña. Incluidos los que quisieran permanecer en España y que se identifican principalmente como españoles. Creo que este cambio necesita más de una sola votación. De entrada necesitas una gran mayoría, unos dos tercios de votantes favorables. También debería haber una supervisión imparcial del proceso. Hay organizaciones internacionales que lo hacen. Y finalmente creo que el proceso debería consistir en dos fases: un primer referéndum y, al cabo de un año, otro.

 

– ¿Por qué quiere hacer dos?

– Mire el Brexit. Hay gente que ha votado y ahora se da cuenta de las implicaciones que tenía irse. Y lo repiensan. No sabían que tendría este coste. Creo que la cuestión es demasiado seria para ventilar con una mayoría simple en una votación única. Más vale dos veces.

 

– En el caso catalán, el primero de octubre cuenta como primer referéndum, ¿o tenemos que volver a empezar?

– Vale más volver a empezar. Y creo que la pregunta del referéndum no debe incluir sólo la pregunta de si estás de acuerdo con un Estado soberano en forma de república. También debería incluir un compromiso claro de respetar los derechos de la nueva minoría que habrá en Cataluña.

 

– ¿La minoría española?

– Exactamente. Debería haber el compromiso escrito de una cláusula de la nueva constitución catalana que dijera que la lengua española será oficial, y que nadie que exprese oposición o vote contra la independencia será discriminado. Ni por el gobierno ni en el trabajo. Creo que si eres partidario de la independencia tienes que pensar en los que van en contra. Por eso el compromiso del respeto a la nueva minoría es clave. Por ejemplo, ofrecer doble nacionalidad para todo el que la quiera. Ya sé que la promesa es hecha de palabra. El consejo es que se ponga por escrito, y durante el referéndum. Creo que si lo haces así consigues que más gente vote a favor.

 

– ¿Errores del lado española, más allá de enviar a la policía a pegar votantes?

– ¡No tenemos tiempo para decirlos todos! Pero sí creo que fue un gran error criminalizar el referéndum. Tenían que haber dicho eso no tiene efectos legales. Y no hacerlo cabal. Pero en lugar de eso reaccionaron de una manera que contribuyó a la pérdida de confianza. Ha habido mucha rigidez, una reacción exagerada y criminalización. Incluso dsde el punto de vista estratégico y de sus intereses, ha sido un error. En lugar de eso abrieron algunas cabezas. Error inmenso. Tenían que haber sido más abiertos no sólo a renegociar la autonomía sino también asegurarse de que el acuerdo sería estable. Es lo menos que podrían hacer. Pero han hecho lo contrario: han convertido a autonomistas en independentistas. Han hecho perder la confianza. Y cuando se pierde la confianza a veces ya no la recuperas.

 

– ¿El caso catalán le ha hecho cambiar su teoría sobre independencias?

– Sí. Yo ahora doy mucho más peso a la idea de que una justificación para la independencia unilateral es el fracaso estatal de honrar un acuerdo sobre autonomía, o estar dispuesto a renegociar autonomía de buena voluntad. Ahora creo más que antes que si el Estado no quiere negociar más autonomía la independencia unilateral es una causa justa.

 

– ¿El gobierno catalán o el español han venido a pedirle consejo?

– El gobierno de Madrid, nunca. Ninguna invitación a hablar con él. Quizá no me han leído. Y si me han leído no creo que me vean como un aliado.

 

– ¿Por qué?

– Porque, como he dicho, para mí la negativa de los Estados a comprometerse a negociaciones sobre autonomía, o el hecho de romper la autonomía existente, podría ser una justificación para la independencia unilateral.

 

– Los catalanes, en cambio, deben decir: ¡este hombre nos quiere hacer dos referéndums más!

– Si vengo aquí y no contento a ninguno de los dos bandas, he hecho buen trabajo. Si me sitúo de manera entusiástica a favor de una parte, me equivocaré.

 

– ¿Quizás no podrá ser pacifica la independencia?

– Quizá. Hay gente que cree que como mucho habrá violencia por parte del Estado. Pero eso no lo sabe nadie y a veces si el gobierno actúa con bastante violencia hace que haya respuesta violenta.

 

– No preveo cientos de miles de muertos, no.

– Yo tampoco. Y si llega el punto de violencia a gran escala esto sí que haría que la UE interviniera y tratara de calmar las cosas. No creo que sea imposible. Pero si muy improbable. Pero esto lo digo ahora, y no tengo bola de cristal.

 

– El primero de octubre los catalanes vieron que con los votos no era suficiente. Y desde entonces se preguntan ¿qué hace falta?

– Ayer en Girona una persona del público puso sobre la mesa la desobediencia civil. No la violencia. ¿Y la desobediencia civil?, se preguntaba. Creo que hacerse esta pregunta es razonable. La desobediencia civil es complicada. Tanto desde un punto de vista estratégico, como moral. No se puede abordar con ligereza, pero ciertamente la desobediencia civil es algo a considerar si no ha funcionado nada más. Y si no quieres ir a las barricadas con rifles, la desobediencia civil puede ser la mejor alternativa. Si estudias la desobediencia civil en Estados Unidos verás que fue muy exitosa pero a veces los líderes manipularon bastante. No sé si ha visto filmes sobre las acciones. El método habitual era que llevaran camisa blanca; por tanto, que la sangre se viera bien. Y, en una decisión muy controvertida, en Alabama incluyeron niños en la manifestación. Y lo hicieron porque sabían que habría violencia. Y cuando los americanos vieron por televisión perros policía atacando a niños de seis años dijeron que basta. Los dirigentes del movimiento de desobediencia civil tenían interés en provocar las autoridades para que reaccionaran con violencia. Y a veces, funciona. Ahora, tú quizás empiezas con una idea muy limpia y ordenada de la desobediencia civil, y no sabes cómo acabas. Es muy complicado. También desde el punto de vista moral.

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