Agustí Alcoberro: “Pensando como historiador, la proclamación de la República fue un claro acierto”

Agustí Alcoberro Pericay (Pals, Baix Empordà, 1958), es historiador y exmiembro del Secretariado Nacional de la Asamblea Nacional Catalana. Se convirtió en cabeza visible de esta entidad desde el encarcelamiento de Jordi Sánchez el 16 de octubre del año pasado hasta el nombramiento de Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC desde el mes de marzo. Ahora, un año después de la proclamación de independencia, analiza aquellos días de máxima convulsión y todo lo que se ha ido produciendo últimamente.

 

– Ahora que su agenda es menos agitada que cuando representaba a la ANC, imagino que su vida es más tranquila.

– Los estatutos de la Asamblea fijan que la promoción que accedió en 2015 al Secretariado Nacional podía estar tres años como máximo. Cuando se cumplió este plazo en la primavera de 2018, se produjo el relevo con los miembros recientemente elegidos, concretamente con la elección de Elisenda Paluzie como presidenta por parte del nuevo Secretariado Nacional. Esto fue el 24 de marzo. Yo llevaba tres años en el Secretariado Nacional, pero me tocó desarrollar un papel destacado a partir del 14 de octubre, cuando los compañeros me eligieron vicepresidente. Fueron seis meses acelerados en todos los sentidos. Y efectivamente, el hecho de dejar el cargo orgánico en la Asamblea, en cuanto a mi vida personal, ha supuesto una gran bajada de presión.

 

– Pero sigue formando parte de la ANC.

– Soy miembro de ella, lo que pasa es que ya no soy secretario nacional, por lo que no tengo ningún cargo orgánico.

 

– ¿Mantiene relación con Jordi Sánchez?

– Intentamos vernos varias veces mientras él continuaba siendo el presidente desde Soto del Real y nos encontramos siempre con la negativa de la dirección de la prisión. Luego, en el momento en que él se presentó con una determinada candidatura [Juntos por Cataluña], la relación evidentemente sigue siendo de amistad, pero deja de ser orgánica. De hecho, todavía no lo he podido ver desde que está en Cataluña.

 

– ¿Cómo se encuentra, según las noticias que tiene de él?

– Tanto la familia, con quien sí tengo una relación muy fluida, como los abogados, en este caso Jordi Pina, me dicen que está muy fuerte y que de hecho tiene un proyecto político propio, el de la Crida Nacional por la República, que la está llevando con mucha intensidad, tal como ha hecho siempre con todo aquello en lo que se ha implicado.

 

– Y con Elisenda Paluzie, ¿tiene relación?

– Hemos quedado varias veces, sobre todo en contextos más relajados, y hemos podido comentar, de manera informal, cosas relacionadas con la Asamblea.

 

– Volvamos la mirada atrás. ¿Cómo recuerda los días previos a la proclamación del 27 de octubre?

– Tuvimos un 1 de octubre épico en todos los sentidos. Después tuvimos un 3 de octubre festivo, de celebración de una victoria. Pero luego vino el día 10, que fue un enorme fiasco para muchísima gente. Yo estaba, por así decirlo, de soldado raso en el Arco de Triunfo. La sensación general fue, creo, de una enorme tristeza. Y luego hubo una serie de intentos de recuperación que llevaron a lo que fue el día 27, un día ambivalente. Se proclamó la República, pero no se implementó de ninguna manera.

 

– Es decir, usted no sabía que el Carles Puigdemont daría un paso atrás y suspendería la proclamación.

– No lo sabía, no. Además, yo fui elegido vicepresidente el 14 de octubre y el día 10, por lo tanto, yo era uno de los 77 secretarios nacionales de la Asamblea.

 

– Según usted, pues, la decisión tomada el día 10 por el presidente Puigdemont fue un error.

– Creo que teníamos suficiente fuerza para implementar el resultado del 1 de octubre. Y creo que es eso lo que la gente esperaba. Tras el coraje colectivo de la gente el 1 de octubre, la misma gente esperaba un gesto similar de la clase política en los días siguientes que no se llegó a producir.

 

– El objetivo fundacional de la ANC era que se proclamara la independencia de Cataluña. Y a pesar de todo, esto se hizo.

– Efectivamente, la independencia fue proclamada. Y en este sentido, la historia de la ANC es una historia de éxito. Porque en sólo seis años pasamos de casi nada a eso. Pero una cosa es proclamarla y otra defenderla e implementarla. Y eso es mucho más difícil de lo que esperábamos todos.

 

– ¿Qué falló, según usted?

– Yo creo que probablemente una parte importante del sector que lideraba el movimiento no estaba preparada para dar el paso siguiente al 1 de octubre. Los escenarios se cerraron ese día y mucha gente, probablemente, pensaba antes que el referéndum no se podría realizar. Y las condiciones en que se realizó requirieron de una reflexión, tal vez a toda prisa, de lo que se podía hacer después, que no se acabó de resolver en ningún sentido. El resultado fue, seguramente, una mezcla de las varias opciones posibles.

 

– ¿Piensa de verdad que no había ninguna previsión política para después del 1 de octubre?

– Es muy probable que sea así.

 

– ¿Y eso era responsabilidad sólo de los políticos? ¿También de las entidades? ¿De todos a la vez?

– Las entidades podíamos presionar y movilizar a la gente en la calle. Pero el acto de proclamación y posteriormente de implementación correspondía en primer lugar al Gobierno. Las entidades no podíamos dar un paso adelante si el Gobierno se negaba.

 

– ¿Qué balance hace de este año que ha vivido posteriormente al 27 de octubre de 2017?

– Ha sido un año muy duro. Sobre todo fue muy dura la primera etapa en la que la represión fue particularmente destacada y, además, no sabíamos hasta dónde llegaría. Por lo tanto, ha sido un año marcado por la prisión de nuestros dirigentes. También por el exilio y por una sensación general de cierre del Estado. Sin embargo, la reacción fue muy potente y en la primera fase la lideraron la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Estoy pensando en grandes movilizaciones como la del 11 de noviembre en Barcelona o la del 7 de diciembre en Bruselas. También pienso en la creación eficaz de la caja de solidaridad, Que permitió pagar las fianzas y las multas a nuestros dirigentes. Y pienso también en la movilización electoral que permitió la victoria independentista el 21 de diciembre. Una vez hechas las elecciones que no deseábamos ni habíamos propuesto nosotros, correspondía a las fuerzas políticas asumir este proceso. Y lo que hemos visto a lo largo de estos meses, precisamente, no es muy afortunado.

 

– ¿Está decepcionado?

– Estoy decepcionado. Efectivamente, las fuerzas independentistas principales fueron a las elecciones sin una idea clara de lo que se tenía que hacer al día siguiente. Y los malentendidos, principalmente entre las dos fuerzas mayoritarias y sus líderes, siguen siendo enormes. La parte positiva es que sabemos que hay más de dos millones de personas que hicieron el vuelco del 1 de octubre. Y este es un giro que afecta a la memoria individual y colectiva. Y por lo tanto al relato. Y en consecuencia, el giro es irreversible. Es esta fuerza la que esperamos que pueda dar frutos en los próximos meses o años.

 

– ¿Tiene miedo de una posible pérdida de esta fuerza? Parece que hay un desengaño importante del independentismo con sus representantes políticos. ¿Puede afectar esto los próximos resultados electorales?

– No hay ningún dato que nos permita opinar eso. La memoria es una facultad individual, pero en determinados contextos generacionales se convierte en una facultad colectiva. Así pasó el 14 de abril de 1931 o entre quienes vieron la entrada de las tropas de Franco en Barcelona el 26 de enero de 1939. O tal vez incluso podría valer, esto, para el 23 de febrero de 1981. En este caso, hay una memoria construida alrededor del 1 de octubre. Es la memoria de la gente que estábamos allí. Que teníamos miedo, a pesar de que gritábamos que no lo teníamos. Y teniendo miedo, lo superamos. Y esto afecta a millones de personas que acudieron a los colegios electorales, que se supieron mantener a pesar de las condiciones físicas, la lluvia, los golpes de la policía, etc. La gente es un activo muy poderoso que ha estado cada vez que la hemos necesitado. Se reflejó electoralmente el 21 de diciembre, probablemente contra lo que pensó el Gobierno español y la Unión Europea. Y esto continuará manteniéndose.

 

– ¿Ve al Gobierno catalán actual capaz de satisfacer la demanda de implementar la República?

– En el escenario que nos hacíamos antes de las elecciones del 21 de diciembre siempre hablábamos de la necesidad de tres fuerzas complementarias: un Gobierno efectivo en el interior, un Gobierno en el exilio que encarne la legitimidad republicana y la fuerza de las entidades y del pueblo en la calle. Estos tres elementos debían y deben ser complementarios. Y si lo consiguen, nos permitirán continuar en un estado de movilización permanente que nos permita una nueva oportunidad para implementar lo que quedó pendiente el 27 de octubre.

 

– ¿Y ve factible esto a estas alturas?

– No lo veo fácil. Nadie dijo que lo fuera. Pero no hay demasiadas alternativas. Ahora el próximo paso debe ser el juicio de los presos y exiliados, que debe convertirse en un juicio político. Por lo tanto, se debe construir un relato político y es necesario que los abogados estén dispuestos a asumir los términos de una defensa política. Y esto debe ir acompañado, otra vez, de una movilización en la calle y también de una toma de posición, cuando sea necesario, del Gobierno.

 

– De momento, el Gobierno ha fijado la próxima fecha clave tras las sentencias judiciales. ¿Ve posible una reacción en este sentido antes del juicio, que se prevé para diciembre?

– El Gobierno actual tiene muchas hipotecas. Y la principal es que las dos fuerzas políticas que lo integran han estado muy tocadas por la represión y una parte muy importante de su liderazgo está en prisión o en el exilio. Este es un problema serio. Por otra parte, a título personal, conozco hace muchos años al presidente Quim Torra, es mi amigo y creo que es una persona de un alto nivel de competencia y de una enorme honestidad y patriotismo. Por lo tanto, tengo plena confianza en él.

 

– Volvamos al año pasado. ¿Fue un error proclamar la independencia el 27 de octubre?

– No, en ningún caso. Porque incluso en términos históricos, y poniéndonos en el supuesto de que el horizonte actual fuera el peor imaginable en términos independentistas, quedaría un precedente. Pensando como historiador, la proclamación de la República el 27 de octubre fue un claro acierto. Otra cosa fue el escenario que se produjo con posterioridad y la falta de implementación de lo que se había hecho.

 

– ¿Los políticos le llegaron a transmitir qué podía pasar después del 27 de octubre?

– Durante los días anteriores hubo un fuerte debate en el entorno del presidente Puigdemont y de su Gobierno sobre qué hacer. Evidentemente, todo estaba en manos del presidente. A él le correspondía proclamar o no. Se valoraron diferentes escenarios, siempre en términos de reflexión y de asesoramiento.

 

– Hay quien denuncia que todo fue absolutamente improvisado.

– Los historiadores, que solemos explicar el pasado en términos muy razonables y racionales, cuando nos encontramos ante el presente que se nos mueve, vemos que hay muchos factores en juego. Y el azar también existe en la historia.

 

– Como historiador, ¿en qué momento diría usted que se encuentra Cataluña actualmente?

– El 14 de abril de 1931 se proclamó la República catalana en un contexto en el que también se acabó proclamando en el conjunto del Estado. Era una acción de una enorme valentía, de un enorme coraje. Podría haber supuesto el fusilamiento primero de Lluís Companys y después de Francesc Macià. En este sentido, se ve a distancia como el acierto los acompañó. El 6 de octubre de 1934, Companys detectó una situación similar y por tanto, en la medida que las fuerzas del Gobierno estatal de la CEDA iban en una línea, como mínimo, fascistizante, había que volver a hacer una ruptura que tuviera continuidad en Madrid, lo que no se produjo. En este caso, la izquierda española no le siguió y Companys se vio en la cárcel. Pero sí es cierto que hubo unas elecciones a continuación que afectaron a la totalidad del Estado. La victoria del Frente Popular permitió la liberación de Companys y el retorno de la autonomía catalana. Ahora, en España no tenemos una izquierda republicana comparable con la de 1931, 1934 o 1936. Esta es una enorme diferencia. Esto hace que nuestro contenido político sea soberanista o netamente independentista, y también hace que el escenario sea mucho más difícil. El tiempo nos dirá si el 27 de octubre fue la semilla de un cambio profundo que ocurrirá o no los próximos meses. Se hace difícil, hoy, decir si la fecha del 27 de octubre aparecerá en los libros de historia. De lo que no tengo ninguna duda es de que la del 1 de octubre sí aparecerá.

 

– Jordi Sánchez está plenamente implicado en la creación de la Crida Nacional. ¿Cómo valora la irrupción de este nuevo espacio político?

– El mapa político independentista se está moviendo. Veremos qué formaciones políticas acaban saliendo con éxito. Yo lo miro un poco desde la barrera.

 

– ¿Esperaba la implicación de los partidos tradicionales en las pretendidas listas unitarias independentistas?

– La ANC apostó por una lista unitaria en las elecciones del 21 de diciembre que finalmente no se hizo. Si en algún momento era coherente una lista unitaria era en ese contexto, con el presidente en el exilio y el vicepresidente y los consejeros en prisión.

 

– ¿Cómo están afectando a los propósitos independentistas los reposicionamientos de los partidos?

– Yo creo que en los partidos no se ha hecho, quizá porque los líderes están todavía en el exilio o en la cárcel, una reflexión profunda ni se han definido unas estrategias precisas sobre hacia dónde hay que ir. Quizás era más fácil la etapa que me tocó a mí al frente de la ANC, más dura desde el punto de vista represivo y por tanto cuando más claro era lo que había que hacer. Pero después de las elecciones del 21 de diciembre ha faltado un esfuerzo de valentía y coraje por parte de unos y otros para reflexionar sobre los propios aciertos y errores y para reubicar la línea de futuro.

 

– ¿Y las batallas entre partidos?

– Hoy hay diferentes estrategias y probablemente no obedecen a las siglas convencionales, sino que se puede ver dentro de cada una de las siglas divergencias estratégicas muy notables.

 

– ¿Qué es lo que más le ha satisfecho desde el 27 de octubre de 2017 hasta ahora?

– Tengo que destacar la gente. Lo que he notado desde el primer momento es un enorme calor y apoyo de muchísima gente. Esto se debe valorar. La gente no falla nunca y sabe lo que quiere. Cuando le hemos pedido que saliera a la calle lo ha hecho, como cuando le hemos pedido que fuera a votar o que se rasque el bolsillo.

 

– ¿Y lo que más le ha decepcionado?

– Lo más triste ha sido la incapacidad de los líderes para establecer proyectos conjuntos y trabajar de manera común. Supongo que es inevitable. Como decía el presidente Companys, todo el mundo se quiere apropiar de las victorias, pero las derrotas no tienen dueños. Lo que he visto es que desde el día siguiente del 27 de octubre es muy difícil que lleguen a entenderse personalidades que inevitablemente habrá de estar alli.

 

– ¿Piensa que los juicios se convertirán en el próximo ‘momentum’ para el independentismo?

– Mi experiencia en este periodo es que cada vez que el Estado español ha tenido que tomar una decisión ha tomado la peor desde el punto de vista de los presos y de las libertades en general. En los cuerpos de funcionarios del Estado hay una especie de valor supremo, la unidad de España, que se pone por encima de todo: de los derechos humanos, de la justicia, de la democracia… Por lo tanto, creo que entramos en una fase en la que se volverá a poner de manifiesto esta dureza.

 

– ¿Tiene esperanza de que la situación judicial de los procesados ??cambie?

– Lo más importante es que convirtamos estos juicios en políticos y que permitan movilizar a la gente en la calle. Por esta vía avanzaremos muy claramente de cara a la libertad de los presos y de cara a nuestro objetivo político, que es la independencia.

 

– ¿Pero tiene esperanza en un cambio de criterio de la Fiscalía o en una injerencia del Gobierno?

– Mi experiencia hasta la fecha, del todo empírica, me dice exactamente lo contrario.

EL TEMPS